Aleix, Carlos, Aitana, Valentín y Teresa, y el paladar de los falleros

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Cinco aspirantes -Aleix, Carlos, Aitana, Valentín y Teresa-buscan ser finalistas de MasterChef 7. La semifinal arranca con la visita del chef Pedro Subijana (tres estrellas Michelin), que reta a los aspirantes a cocinar uno de sus platos.
 
Por primera vez en la historia de MasterChef, deben hacerlo sin ver el plato, sin probarlo y sin receta. Solamente cuentan con los ingredientes necesarios y con una crítica gastronómica de Borja Matoses, miembro de la Real Academia de Gastronomía y una de las 10 personas más influyentes en la gastronomía española. Además, el mejor de la prueba será recompensado con 2.000 euros aportados por Bosch, para que el aspirante continúe con su formación.
 
El equipo viaja a Valencia, al Àtic, un restaurante que abrió hace poco más de un año y se ha convertido en uno de los lugares de referencia de la ciudad. El jurado reta a los concursantes a que emocionen a los comensales cocinando tradición y usando las técnicas de vanguardia aprendidas en el programa. Servirán un menú compuesto de cuatro platos a 30 falleros. Trabajan como un solo equipo y la valoración es individual, de modo que solo los mejores evitan la prueba de expulsión para convertirse en los primeros finalistas.
 
En la prueba de eliminación se enfrentan a su mayor miedo: la repostería. Frédéric Bau, uno de los pasteleros más brillantes y de mayor prestigio internacional, les trae un postre complicado y prácticamente mágico, en el que el merengue levita por su ligero peso. Cuentan con 90 minutos para hacerlo a la perfección. Aquel que no domine la técnica se queda a las puertas de la final de la séptima edición de MasterChef.
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