De Danny DeVito a Kore-eda, y la mejor versión de Icíar Bollaín

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Danny DeVito recibió el Premio Donostia en el marco del Festival de Cine de San Sebastián. El actor aprovechó para agradecer este premio a "todos aquellos que reúnen un poco de dinero para salir al cine". Así, recogió el galardón de manos del cineasta Juan Antonio Bayona, y bromeócon la estatura de ambos. Los asistentes ovacionaron al actor durante casi dos minutos cuando salió a recoger el premio, aplaudiendo al director de La Guerra de los Rose

"Quiero dedicar este galardón a quienes aman el cine, a todos aquellos que reúnen un poco de dinero para salir al cine y ver el trabajo de productores, directores y actores. Les adoro", indicó el actor, quien reconoció además sentirse "abrumado por la generosidad de la gente". 

Bayona celebró la entrega de un premio a un "creador de trayectoria increíble", al tiempo que ha bromeado con que sea "la primera vez" que le piden entregar un premio a alguien de su altura. "Estamos ante uno de los mayores hombres que ha dado la historia del cine en sus tres facetas de productor, director y actor", recordó. 

La emoción no acabó ahí. Hirokazu Kore-eda también irradiaba felicidad al recoger su Premio Donostia, en una mezcla de alegría y de tristeza, dijo, al recordar a su "musa" recientemente fallecida, la actriz octogenaria Kirin Kiki y por los calurosos aplausos del público.

Cuando las lágrimas se lo han permitido, bromeó con el hecho de que, a sus 56 años, cree que aún le falta por vivir la mitad de su carrera: "Lo agradezco mucho, soy consciente de que no me lo volverán a dar en mi vida", comentó, provocando la risa del público, que se disponía a ver su última cinta, Un asunto de familia.

Pero el momento más importante de la jornada estuvo protagonizado por Icíar Bollaín. La directora española, que compite por la Concha de Oro, entró este domingo en el Festival de San Sebastián, el día que se firmó una carta para promover una mayor presencia femenina en el cine.

Así, San Sebastián baila al ritmo de Icíar Bollaín con Yuli, la película con la que compite en Sección Oficial y en la que narra la biografía de Carlos Acosta, el primer bailarín negro que durante 17 años lideró el Royal Ballet de Londres.

El público vio desfilar en la gran pantalla la vida entera de Acosta, de 45 años. La abundancia de temas es exhuberante: la soledad, la insistencia de su padre, Pedro, y su maestra para que persistiera, los problemas familiares, el éxito, el racismo, y por supuesto el castrismo.

Acosta, que creció en el barrio marginal de Los Pinos, en La Habana, en una familia disfuncional y con las carencias de la clase más baja de la sociedad cubana y el estigma de su negrura en una sociedad en la que el color de piel sigue siendo decisivo.

Acosta fue el primer bailarín negro en interpretar a Romeo en una gran producción. La primera vez que actuó en el bolshoi se dio cuenta de que el público ruso jamás había visto a un hombre negro en mallas de licra haciendo pliés sobre el escenario. Después de 17 años como primera figura del Royal Ballet, Acosta volvió hace unos años a su Habana natal para montar su propia compañía, convertido es un referente cultural en su país.

Así, Acosta se interpreta a sí mismo en un biopic escrito por Paul Laverty (su anterior película, Yo soy Daniel Blake, dirigida por Ken Loach, ganó la Palma de Oro en Cannes) y que entremezcla la dramatización del cine de ficción con escenas de coreografías bailadas por el propio Acosta.


 
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