La discoteca Ku de Ibiza selló la magia de Freddie Mercury y Montserrat Caballé

Compartir en:
fjrigjwwe9r1_articulos:cuerpo
En la biografía extraordinaria de Montserrat Caballé, un capítulo muy especial es el de la amistad profunda con Freddie Mercury. Entró en su intimidad. Era una de las pocas personas que conocía su secreto. El mismo le confesó que su vida tenía fecha de caducidad. Padecía sida. El sueño de cantar juntos Barcelona en los Juegos de 1992 no podría cumplirse. En sus últimas voluntades, Freddie Mercury dejó escrito que fuera Barcelona una de las canciones de su funeral.



El líder de Queen sentía fascinación por Montserrat Caballé, su cantante preferida. su querida Montsi. Quedó impresionado la primera vez que la escuchó en directo. No paró hasta poder contarla su admiración en un encuentro en el Hotel Rtiz, uno de los escenarios donde ha girado la historia de Barcelona.

La admiraba y la quería. Su voz de soprano le conmovía. A ella esta admiración le sorprendió inicialmente, pero luego quedó atrapada por su magia especial. Era una relación de admiración única, de tolerancia y de respeto. Mucho más destacable en los años en que sucedió.

Montserrat Caballé decía de Freddie Mercury que era una estrella del rock única, porque vendía su voz en vez de su imagen. El gran proyecto de ambos fue el himno Barcelona, el homenaje a la ciudad, al sueño convertido en realidad de los Juegos. Fue en la Ibiza mítica de su mejor momento, la de las fiestas increíbles rugiendo en la noche, la poderosa comunidad hippie, y la colonia de artistas y pintores, en la que el himno de Barcelona se presentó. Fue también el momento en que él habló a Informe Semanal, de Televisión Española, de su admiración por ella, su amistad y el amor compartido por la música.

El marco, el del KU de su edad de oro, la discoteca más sorprendente de todo el Mediterráneo. Allí ambos hablaron de sus proyectos, de su relación, su amistad, y su amor a la ópera que conmueve y seduce con una fuerza que siempre es una experiencia única,



 "No siempre tienes la suerte de cantar con alguien que se va, que lo sabe, y estar interpretando con él su último adiós", desvelaría después Montserrat Caballé. En la inauguración de  los Juegos Olímpicos de 1992 sintó con la misma fuerza su presencia y su ausencia. 
Compartir en: