Dolor y gloria, la caja de recuerdos más íntima de Pedro Almodóvar

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Dolor y gloria. Este es el nombre que recibe la nueva película de Pedro Almodóvar. En ella, se narran una serie de reencuentros de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, otros recordados: su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia, en busca de prosperidad.



También muestra el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y palpitant; la escritura como única terapia para olvidar lo inolvidable, el temprano descubrimiento del cine y el vacío, el inconmensurable vacío ante la imposibilidad de seguir rodando. 

Dolor y Gloria habla de la creación, de la dificultad de separarla de la propia vida y de las pasiones que le dan sentido y esperanza. En la recuperación de su pasado, Salvador encuentra la necesidad urgente de narrarlo, y en esa necesidad, encuentra también su salvación.

Toda la filmografía de Pedro Almodóvar está conectada. Y Dolor y gloria no iba a ser menos. Una interesante propuesta en la que se unen las piezas para componer una obra maestra que muestra al director de una forma íntima y casi desnudo, sin necesidad de mostrar su cuerpo. 

Así, muestra sin problemas las vivencias, sus intimidades, sus inseguridades y hace un repaso fidedigno a todos sus fantasmas. Se trata, por tanto, de una cinta confesional, hablada en primera persona a través de un prodigioso Antonio Banderas donde se abre en canal para mostrar la caja de los recuerdos y compartirlos con el espectador.

Placer, culpa, sacrificio, soledad... son algunos de los temas que resuenan en Dolor y gloria, pero también escenas cotidianas, costumbrismo, colorido pop, referencias intelectuales, pero también la enfermedad, las aprensiones, la acción. 
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