Las altas temperaturas pueden provocar graves problemas a las embarazadas. (Foto: Envato)

Embarazo y calor, los cuidados y precauciones para el verano

Compartir en:
Las altas temperaturas de los meses de verano exigen que las mujeres embarazadas adopten una serie de cuidados especiales. Si no se llega a tener especial atención a estos cuidados, se puede llegar a producir una hipertermia, es decir, a que la temperatura corporal se eleve por encima de su temperatura normal: 37,5ºC.

Esto podría provocar problemas graves como taquicardia, deshidratación, fallo circulatorio por falta de riego sanguíneo en órganos vitales y, en el peor de los casos, un golpe de calor. Por ello, es importante tener en cuenta algunos aspectos para evitar riesgos mayores:

En primer lugar, mantener una buena hidratación.Esto es clave tanto para una persona embarazada y sin embarazo. Una deficiencia de apenas el 2-3% en los niveles de agua en el cuerpo puede ocasionar un incremento importante en la densidad de plasma sanguíneo. 

Esto provoca que, durante la gestación, se asocia a mayores riesgos de padecer trombosis venosa, infecciones urinarias, reducción en los niveles de líquido amniótico y estreñimiento (lo cual puede ocasionar, a su vez, trastornos en la alimentación). Ese riesgo se acentúa en las mujeres que padecen muchos vómitos.     
 
Es fundamental que las embarazadas presten mucha atención a su hidratación durante los meses de más calor. El Observatorio de Hidratación y Salud apunta que deben ingerir unos 3 litros de agua por día en total (sumando la que tome en forma líquida y la incluida en los alimentos) para asegurar un correcto estado de hidratación, tanto en la madre como en el bebé.     

Seguir una dieta adecuada es otra de las recomendaciones para tener un buen embarazo en verano con altas temperaturas. Esta ligado con el punto anterior ya que se trata de que la dieta priorice los productos que, además de ser nutritivos, colaboren con la hidratación. Dentro de ese grupo se destacan las frutas (con su piel, siempre que sea posible), las verduras y los lácteos.


En cambio, se debe reducir el consumo de productos más calóricos, que generen sensación de pesadez, en particular los que incluyen grasas de origen animal (embutidos, mantequilla, tocino, etc.) o mucha azúcar (bollería industrial, refrescos, postres). 

Hay que tener especial cuidado con el sol. El cuidado de la piel es clave para las embarazadas en cualquier momento del año, pero mucho más durante el verano, cuando los rayos del sol inciden con mucha más fuerza sobre nosotros. Uno de los mayores riesgos son los melasmas, manchas de color marrón claro o intenso que suelen aparecer en la cara, la frente y las mejillas.

También es importante el uso de ropa ligera. Durante el embarazo la mujer experimenta un aumento en su sudoración, algo que se ve exacerbado durante los meses de verano. Por ello, es fundamental el uso de ropa ligera, cómoda y holgada, para reducir los efectos del calor.
En cuanto a la ropa interior, el consejo es usar prendas de algodón y cambiárselas todas las veces que sea necesario. Si el sujetador posee tirantes anchos y refuerzo en la parte inferior, apunta el mismo documento, la mujer "se sentirá más cómoda y evitará la aparición de estrías". El calzado debe ser fresco pero a la vez seguro, para reducir el riesgo de caídas. Conviene que tenga poco tacón y una base ancha, que proporcione estabilidad y equilibrio.

También hay que moderar la actividad física. Pese a que realizar algún tipo de ejercicio es bueno para el embarazo, lo cierto es que solo se aconsejan ejercicios leves o moderados de forma regular, y evitar los deportes violentos, de impacto o que ofrezcan riesgo de accidentes.

Uno de los ejercicios más recomendados, y por supuesto muy habitual en el verano, es la natación. Más allá de los cuidados generales del embarazo, como los relacionados con el calor, el sol y el riesgo de recibir golpes, la embarazada debe tener en cuenta un dato antes de bañarse en la piscina o en el mar. 

Otro de los peligros que comporta el verano son las picaduras de insectos, en especial de los mosquitos y las garrapatas. Estas últimas son las causantes de la enfermedad de Lyme, que puede provocar fiebre, dolor de cabeza, fatiga y erupciones de la piel, y puede derivar en algo más grave si la infección se extiende al corazón, al sistema nervioso y a las articulaciones.

Por lo tanto, hay que prestar especial atención a estas picaduras para que las embarazadas puedan seguir llevando una gestación saludable, aunque no se ha demostrado que supongan un peligro para el feto. Igualmente, si se presentan los síntomas, es importante acudir al médico cuanto antes.

El calor puede bajar la tensión, hacer que las mujeres embarazadas se sientan más cansadas y fatigadas. Durante el embarazo estos síntomas se acentúan, así que lo mejor que se puede hacer es tomar las cosas con calma y disfrutar de no hacer nada.
 
Compartir en: