El gran escándalo que generó Netflix con las escenas de Jinn

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Jinn acaba de llegar al catálogo de Netflix perseguida por la controversia. Además de no cuajar especialmente con su propuesta de drama adolescente con tintes fantásticos, la serie no parece haber acertado en algunos sectores del público.



La primera serie original árabe de Netflix, estrenada el pasado 13 de junio, ha encontrado grandes detractores en Jordania, tanto entre espectadores que han expresado su indignación en redes como en algunos cargos públicos del país, que han tomado represalias contra la serie por la vía oficial.

Jinn es una producción original de Netflix desarrollada en Oriente Medio, en la que la cotidianidad de un instituto de Amán, la capital jordana, se ve sacudida por la aparición de unos espíritus malignos, los jinn, invocados en las ruinas del enclave arqueológico de Petra.

Pero no es su trama la que ha levantado ampollas en su país, sino unos fragmentos concretos: la controversia nace principalmente porque la actriz Salma Milhis (que interpreta a Mira, la protagonista) besa a dos hombres distintos en escenas separadas en la serie. También despertó cierto malestar en las redes el lenguaje soez de los personajes.

Lejos de quedarse en comentarios de Twitter, la indignación fue recogida por un fiscal jordano, que pide a la unidad de delitos informáticos del Ministerio del Interior del país que tome inmediatamente las medidas necesarias para detener la emisión de Jinn en el servicio de streaming, debido a sus “escenas inmorales”.

La divisón de Netflix de Oriente Medio calificó el escándalo en una declaración en Twitter como una “ola de bullying” (refiriéndose a las críticas hacia el reparto y equipo de Jinn) ante unos temas que, según la plataforma, podían ser vistos como provocativos pero que son “universales”.

Asimismo, algunos órganos jordanos, como la Royal Film Commission, se han pronunciado ante las reclamaciones de actuación contra Jinn, alegando que la censura no se encuentra entre sus competencias. La entidad ha hecho hincapié, además, en que Netflix no es una plataforma abierta sino cerrada por suscripción, y que “depende de cada uno suscribirse a ella o no”.
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