El pésame del Rey y de la Reina y el recuerdo emocionado de su encuentro en Barcelona. (Foto: @CasaReal)

Joan Margarit, la muerte de un hombre de una energía contagiosa

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"Nuestro sentido recuerdo para Joan Margarit, Premio Cervantes 2019, que deja gran vacío en la poesía en catalán y castellano. Con la emoción de nuestro último encuentro en Barcelona", el mensaje de pésame del Rey Felipe VI y de la Reina Letizia en Twitter.



Tristeza y pesar en el mundo de la cultura en el anuncio de la muerte de Joan Margarit. El hombre de energía contagiosa puede ser su mejor epitafio. Arquitecto y poeta, una personalidad de una finura extraordinaria y profunda.

Falleció en su casa de Sant Just Desvern (Barcelona), el lugar que escogió para morir. Justo hace un año conoció con exactitud el cronograma de su último año de vida, trazado por los médicos. Ha sido un año de ordenar papeles y de profunda reflexión de un hombre sin rabia (que es otra de sus mejores definiciones).

Educado por su abuela analfabeta, comenzó primero a escribir en castellano. Lo hizo hasta comprobar que a veces su discurso era forzado y no encajaba como él quería. Porque siempre fue amante de los espacios exactos y perfectos.

Y cambió entonces del castellano al catalán. Este trasvase ensanchó y agrandó su obra. Porque una de sus grandes cualidades, como mostró ante el Rey y la Reina en su visita inesperada a Barcelona, fue la traducción rigurosa al español sabiendo que es la cultura que España comparte con América. A lo largo de tres décadas esta convivencia de lenguas (castellano y catalán) ha sido riguosa convirtiendo su obra en un legado extraordinario.

Estudió arquitectura. Ejerció como catedrático de Cálculo de estructuras. Deja una obra de 30 libros de poemas, de gran éxito como el de Joana (2002) -un intenso libro de duelo, una lectura imprescindible-, Cálculo de estructuras (2005) -su estudio fue el encargado de realizar el cálculo de estructura de la Sagrada Familia para continuar la obra de Gaudí-, Casa de misericordia (2007) y Amar es dónde (2015).

Publicó unas memorias que ayudan, desde su niñez, a comprender la grandeza de un hombre sin rabia (porque perdonó a la vida sus golpes). Para tener casa hay que ganar la guerra (Austral), el título de sus valiosa y pedagógicas memorias.

La vida le sometió a pruebas durísimas. Enorme tristeza en las horas en que como padre enterró a dos de sus hijas (Joana y Anna). En muchos poemas reflejó el dolor vivido y la esperanza buscada para hallar una salida a una encrucijada de sufrimientos.

En los meses de la pandemia, y de la cuenta regresiva que él ya conocía de la vida a la muerte, dejó terminado e inédito el libro Animal de bosque, uuna obra bilingüe (catalán/español). Será publicado por la editorial Visor en su colección Palabra de Honor. Leerlo será el mejor homenaje que se puede hacer a su grandeza humana.

Joan Margarit nació en Sanauja (Lleida) en 1938. Ganó el Premio Cervantes de 2019, un reconocimiento que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Debido a la pandemia de coronavirus se canceló el acto de entrega. Pero el Rey y la Reina viajaron por sorpresa a Barcelona para entregárselo personalmente en el Palacio Albéniz. La entrega del Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2019 se convirtió así en un acto íntimo y emocionante. A Joan Margarit le impactó la iniciativa y la delicadeza humana del Rey y de la Reina.



Joan Margarit fue el cuarto autor catalán en recibir el Premio Cervantes, el galardón que reconoció también la obra de Juan GoytisoloJuan Marsé Eduardo Mendoza.

Joan Margarit era arquitecto y catedrático jubilado de Cálculo y Estructuras de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona. Empezó a escribir en1963 con Cantos para la coral de un hombre solo. A partir de 1981 su obra creció en catalán con esa traducción minuciosa que realizó hasta el final.

Joan Margarit ganó también el Premio de la Crítica y Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Con Casa de Misericordia fue Premio Nacional de Poesía en 2009.

Para Joan Margarit, la poesía es "el refugio donde cobijarse tarde o temprano. Fuera de la poesía, la música o la filosofía, no hay nada". Y estaba convencido de que "la poesía se lee, en voz alta o baja, pero hay que recitarla". Así lo hizo hasta el final de su vida
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