Juan Goytisolo, el hombre que amó la Medina de Marrakech

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Murió en Marrakech, la ciudad que le respetó profundamente.  Su salud fue precaria en los últimos tiempos de su vida. La familia designó al escritor José María Ridao en las gestiones para su entierro. Será en Marruecos donde afirmó su rebelión, la diáspora que mantuvo y donde construyó una obra de profunda exigencia para sí mismo y sus lectores.
 

El Premio Cervantes en 2014 reconoció una obra que hunde sus raíces en un realismo crítico y profundo, con desasosiego, belleza, y también dificultad.

En los años cincuenta se situó el horizonte de una obra que avanzó con fuerza: Juegos de manos (1954), Duelo en el paraíso (1955), y la trilogía formada por El circo (1947), Fiestas (1958) y La resaca (1958).

Pero a partir de ese momento se abrió un  punto de ruptura con la trilogía de Señas de identidad, Reivindicación del conde don Julián (hoy Don Julián) y Juan sin Tierra, se produjo un punto de ruptura y de exploración que sería continuo hasta los años ochenta.

Coto vedado En los reinos de taifa son sus dos libros autobiográficos. Entre los premios recibidos son significativos Poesía Octavio Paz en 2002, Premio Juan Rulfo en 2004, el Premio Nacional de las Letras Españolas en 2008, el Premio de las Artes y las Culturas de la Fundación Tres Culturas en 2009, y el Premio Quijote de las Letras Españolas a la obra de toda una vida de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE) en 2010. El tercer autor nacido en Barcelona en recibir el Premio Cervantes junto a Juan Marsé y Ana María Matute.

En su obra permanece su fascinación por el traidor don Julián- quien da título a Reivindicación del Conde Don Julián (1970)- el exgobernador de Ceuta que apoyó a los musulmanes en su invasión a España.

Desde Tánger, contemplando la costa española en la bruma, la figura de don Julián emergió con sentimiento de rabia y rechazo porfundo al franquismo y todo lo que representó.

Juan Goytisolo fue siempre muy consciente del mundo que se alumbró en el siglo XX: construyendo mezquitas pero sin colegios al lado, la extensión de la influencia salafista, y la voluntad de Arabia Saudí en no educar para reflexionar. Crítico de la trivialización de la cultura, y del espectáculo sustituyendo la realidad. 

Con frialdad a las listas de best-sellers, intentó apoyar a los escritores que no tenían acceso a los medios de comunicación masivos. Con su severidad crítica, y su humor preciso y contenido, puso de ejemplo las críticas de los medios en su día a La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín, para destacar el precio a pagar de la aventura literaria. Una soledad e incompresión que asumió.

Juan Goytisolo murió cerca del corazón de la Medina de Marrakech, la plaza de Yemaa el Efna. Nacido en Barcelona en 1931, y tras una etapa inicial en París, fijó su exilio en Marruecos, en una opción personal y cultural en la que creció una figura de diáspora y de rabia que deja un legado de búsqueda y de ruptura. Un hombre de silencios, encendidas polémicas, y búsqueda de la belleza profunda.

La Medina de Marrakech, que fue fundada por los almorávides en 1070-72, se convirtió su nueva patria de amigos y de creación literaria. Una de las ciudades más bellas de Marruecos fue conquistada en 1147 por los los almohades bereberes. Fue un momento de destrucción y de reedificando. En 1510, la ciudad recobró su esplendor con la ocupación de los saadíes.

Era el mundo personal de Juan Goytisolo, una figura muy próxima a la de Octavio Paz en la búsqueda de la profundidad. Pero con espíritu de disidente, marcado siempre por una infancia trágica, impuesta por los vencedores. Es el sentimiento de rebeldía, rechazo y destrucción de una obra de exigencia y veracidad. Luto en las letras españolas en la muerte de Juan Goytisolo.
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