Margot Kidder, la maldición de Superman y una dura enfermedad mental

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Margot Kidder falleció el pasado domingo en su casa de Livingston (Montana). Una noticia triste para todos los fans que se enamoraron de su historia de amor con Superman. Tras su fallecimiento, las causas de su muerte seguían siendo un misterio. Tenía 69 años y su vida fue una montaña rusa. 

Alcanzó la fama como actriz, especialmente durante los años en los que interpretó a Lois Lane, la novia de Superman, en la saga de cuatro películas en las que Christopher Reeve dio vida al superhéroe procedente de Kripton, entre 1978 y 1987.

A partir de entonces, comenzó el declive de su carrera y de su vida debido a una enfermedad mental que la persiguió desde su juventud pero que diagnosticaron transtorno bipolar muchos años después. 

Algunos medios han dicho que se trata de una muestra más de "la maldición de Superman", haciendo referencia a las cinco muertes que sufrieron actores relacionados con este personaje a lo largo de los años. El  primero de ellos fue el que dio vida Superman, Bud Collyer. Este murió tres años más tarde por problemas circulatorios “leves”.

George Reeves que encarnó el personaje en la serie de televisión de los años cincuenta, fue encontrado muerto de un disparo en la cabeza. Chistopher Reeve, uno de los Superman más famosos, se quedó tetrapléjico tras caer de un caballo y pasó años conectado a las máquinas que le mantenían con vida hasta que murió cuando tenía 52 años de un ataque al corazón. También ocurrió con Richard Pryor.

Sin embargo, los problemas de Margot Kidder comenzaron en su adolescencia. A los 14 años tomó un puñado de pastillas de codeína debido a que un novio la había dejado y sufría alucinaciones. Pero, según ella misma manifestó años después, “a nadie se le ocurrió enviarme a un psiquiatra porque pensaron que solo era una adolescente con el corazón roto”.

También dijo que en otro momento se obsesionó con un pino y creyó que si subía a su cima y giraba suficientemente rápido se convertiría en parte de él. Luchaba “contra sus monstruos”, como Kidder los llamaba y pensó que “al actuar podía dejar salir a mi ser real y nadie sabría que era yo”. 

A lo largo de su vida compagino adicciones, maridos, divorcios y hasta un accidente de coche en 1990 que la dejó parcialmente paralizada y arruinada debido a las enormes facturas médicas a las que tuvo que hacer frente para recuperarse. 

En 1988 fue diagnosticada de trastorno bipolar en 1988, pero como muchos otros enfermos que padecen enfermedades mentales se negaba a aceptarlo y tomar la medicación que le prescribieron. "Es muy difícil convencer a una persona maníaca de que algo anda mal”, indicó la actriz y añadió "no tienes ganas de dormir, estás lleno de ideas". 

En 1996 fue el momento cumbre de su enfermedad haciéndolo visible de cara al público y ocurrió como consecuencia de un virus informático que borró las memorias que Kidder estaba escribiendo. La actriz voló a Los Ángeles para consultar con un especialista en informática y mientras esperaba el vuelo de regreso en el aeropuerto se obsesionó con que su primer marido, el novelista Thomas McGuane y la CIA estaban tratando de matarla porque sus memorias podían cambiar el mundo. 

Allí contó que veía a "agentes y asesinos en todas partes", comenzó a gritar a otros viajeros que se encontraban en el aeropuerto y llegó a hablar allí con un equipo de televisión sobre todo lo que estaba pasando por su cabeza.

Después desapareció durante varios días, durmió junto a un vagabundo que la cobijó, sufrió un intento de violación y agresiones por parte de otro mendigo; se rapó el pelo para no ser reconocida...un sinfín de historias que desesperaban a parte de su familia. 

Pero aunque llegó a vivir con relativa tranquilidad ni su economía se recuperó de las enormes facturas médicas a las que tuvo que hacer frente; ni su físico superó del todo su adicción a las píldoras y a el alcohol, a los que la llevaron sus enfermedades: “Mejor borracha que loca”, indicó la actriz en más de una ocasión.