Margot Robbie y Allison Janney, del amor al odio en Yo, Tonya

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La película de la única mujer directora nominada a los Oscar, Lady Bird, de Greta Gerwig, no es el único estreno protagonizado por mujeres en la cartelera. También está Yo, Tonya, la delirante historia de una patinadora olímpica.

Hace años que esta historia pululaba por los estudios de Hollywood sin demasiadas esperanzas al retratar un suceso pretérito que la gente parecía haber olvidado. Dicho suceso fue una de las historietas más controvertidas de los años ochenta, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el panorama del cotilleo cuché.

Tonya Harding, el anti prototipo de patinadora artística de la época, ruda como un leñador, de clase baja y familia desestructurada, lograba ser la primera americana en lograr un triple mortal, y a pesar del rechazo de las instituciones, pasó a convertirse en heroína de muchas y muchos. El patito feo que se convierte en cisne, pero por poco tiempo.  

Una de sus mayores rivales, la ñoña Nancy Kerrington, patinadora glamourosa y con técnica brillante pero sin empaque, sufrió una agresión en la que estuvo implicado el marido de la Harding, que se vio enfarrangada de golpe en todo el meollo, presionada, denostada y relegada de sus cuchillas de por vida. Ahí fue cuando aparecieron los medios de comunicación creando la leyenda de “la antihéroe” y la “princesa del pueblo” que tanto gusta a los norteamericanos.

Margot Robbie da vida a la patinadora Tonya con una actuación espectacular, siendo lo mejor de este buen film. Además de que tuvo que aprender a patinar, consigue un resultado camaleónico, con múltiples cambios y alejada de su frecuente roll de niña guapa. 

Por otro lado está Allison Janney (conocida por su papel en la serie MOM) encarnando a su malvada madre. Otro trabajo muy meritorio y que despide la maldad que el papel y el auténtico personaje exige.

Gracias a estas dos estupendas actrices, la película se libra de lo que de otra manera podría haber sido catalogada como "una película del montón". Sinceramente, no es una película de virguerías técnicas ni de originalidad cinemática o cinematográfica, por más que conjugue falsas entrevistas con realidad o hablar a la cámara. Es una película de interpretación. De actrices brillantes.

 
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