El doble más quince, lo nuevo de Mikel Rueda. (Foto: ETB)

La química perfecta entre Maribel Verdú y Germán Alcarazu en El doble más quince

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Con su ópera prima, A escondidas, Mikel Rueda supo muy bien cómo convertir una pequeña historia en algo brillante.  Aunque fuera una producción minúscula, el director demostró que podía sacar partido a su historia gracias a su originalidad.

Es el mismo arma que trae en El doble más quince en la que enfrenta a dos personajes de esferas totalmente diferentes que durante una tarde compartirán confesiones e inquietudes.



Ella (Maribel Verdú) es médico, está casada y tiene dos niños y se siente encerrada en una vida que no le aporta satisfacciones. Él (Germán Alcarazu) es un adolescente que intenta sobrevivir como puede a un ambiente social asfixiante por culpa de la precariedad económica.

A lo largo de su paseo por las calles de Bilbao (por el centro, por el extrarradio, por las zonas industriales) contrapondrán sus diferentes puntos de vista generacionales sobre temas como el amor romántico, la felicidad, el paso del tiempo, la juventud, los sueños que se quedan por el camino y la cobardía o valentía a la hora de hacer frente a las dificultades.

Aunque sus diálogos pueden resultar demasiado construidos, lo que dicen es de tal hondura y ellos dos consiguen establecer una química tan especial que merece la pena acompañarlos durante un recorrido en el que el tiempo se para y no existe nadie más que ellos.

El personaje de Maribel Verdú se enfrenta a un fuerte conflicto interno: no está contenta con su vida, siente que se le agota su tiempo y que no ha sabido disfrutar lo suficiente. Rodeada de una familia aparentemente perfecta, sus inquietudes parecen no satisfacerse.

Ella marca el ritmo de la curiosidad: primero con un vibrador, momento interrumpido por sus hijos; luego con un chat de sexo online; tercero quedando con un menor de edad (Germán Alcarazu) que cobra por sexo. Él marca el ritmo de la inquietud.

Es una apuesta arriesgada. El director lo sabe. Pero vuelve a sorprender. Además, regala a Maribel Verdú uno de sus mejores papeles recientes, siendo ella capaz de transmitir el mensaje de mejor manera con sus ojos, que con sus palabras. 
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