Tom Wolfe, la novela que retrató el Nueva York de Donald Trump

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Nacido en Richmond (Virginia) en 1931, vivía en Nueva York desde 1962. Falleció a los 87 años en un hospital de Manhattan. Una infección agravó fatalmente su neumonía.



Junto con Truman Capote y Gay Talese, representaba la generación que acuño el género del Nuevo Periodismo, la utilización de las técnicas literarias para construir el relato periodístico. Esta corriente híbrida, surgida en los 60, pivota sobre hechos reales y la investigación periodística pero con el tono, la fuerza, la magia y la sensibilidad de un relato de ficción.

Con carga siempre fina de humor e ironía, reflejando a lo largo de cinco décadas la cultura y los sentimientos de sus compatriotas, dejó obras magníficas, novelas que permanecen con toda su fuerza: La hoguera de las vanidades imprescindible), Ponche de ácido lisérgicoLa palabra pintadaTodo un hombre y Lo que hay que tener (Elegidos para la gloria).

Paradójicamente, como suele ocurrir con una novela cumbre, Tom Wolfe no quiso escribir una ficción sobre Nueva York. Quiso retratar, cuando tenía 57 años, la ciudad que había hecho suyo, una historia ácida de blancos y negros, de excesos y de crítica. Se puso el listón muy alto, el de construir con rotundidad un relato sobre Nueva York con la misma fuerza con que Truman Capote concibió A sangre fria.



Seducido siempre por el realismo, insistía en construir sus historias a golpe de escena, dando protagonismo a los diálogos, cuidando los pequeños detalles para convertirlos en esenciales, y proyectando su enfoque personal, su punto de vista.

La forma en que retrató a Cassius Clay, Muhammad Ali, fue el modelo fino de su manera de narrar y contar.

"Compartí cinco días con él y contestó a todo, a nada. La diferencia la hicieron los detalles: las conversaciones de su corte de acompañantes, los aduladores, la noche en que desapareció de un club nocturno y nos dejó con una cuenta sideral para pagar", sus recuerdos de aquel momento. Solo Tom Wolfe reconoció un error, y recomendó no hacerlo a quienes le admiraban: evitar el escribir en primera persona.

En la obra de Tom Wolfe, el legado de sus textos en el día a día, y de sus novelas, destaca sin duda con fuerza La hoguera de las vanidades que es el retrato que permanece de Nueva York de forma icónica, la novela por excelencia de la gran urbe metropolitana que se refleja así misma y no necesariamente a las ciudades de la costa este de Estados Unidos.

La hoguera de las vanidades, publicada en 1987, fue una mirada sobre el momento preciso de la mítica discoteca Studio 54 (sin haber perdido su fulgor) y la capacidad de convocatoria de magnates (Donald Trump estaba asentado ya en su torre en la Quinta Avenida).

Su mítica novela giró sobre la historia de McCoy, el joven y triunfador vendedor de bonos que una noche se perdió junto a su amante por el South Bronx, atropellando a un negro y dándose a la huída. Tom Wolf dejó un relato que permanece en sus excesos. Tanto es así que un personaje prototipo de aquel momento mantiene un pie en su torre de la Quinta Avenida (con pomos de oro en sus puertas) y otro en la Casa Blanca.
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