Últimos días en La Habana, la historia de amor y muerte de Fernando Pérez

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Centro Habana, el corazón de La Habana de hoy. Miguel sueña con huir a Nueva York, a la espera de un visado que no llega. Diego espera sólo vivir. Postrado por el Sida, libera toda su energía desde la cama en la que vive.

Una galería de sugestivos personajes rodea a la pareja de amigos. Cuando por sorpresa llega el visado, el destino colocará a todos ante una inusitada decisión




Fernando Pérez, un retrato descarnado

Una historia de amor y muerte narrada con respeto, fidelidad y, sobre todo, gran inteligencia. Fernando Pérez dejó toda la libertad a Miguel (Patricio Wood), quien trata de huir a Nueva York, y Diego (Jorge Martínez).

Fernando Pérez retrata una Cuba en la que ya no está Fidel Castro. Pero La Habana de Raúl Castro se resiste a enterrar la historia de la Revolución Cubana.

En el ambiente, la influencia de la mítica Fresa y chocolate de Tomás Gutiérrez Alea, Titón. Fernando Pérez se metió en la piel más íntima de la mítica capital del Caribe. Penetró en sus muros, en su soledad, en su esperanza y en su tragedia.

Últimos días en La Habana es un ejercicio de lealtad y de interpretación girando sobre Diego, un homosexual moribundo, y Miguel, quien lo cuida con delicadeza mientras espera su visado.

Historia sutil, llena de zonas oscuras y misteriosas. Compañeros de colegio de pequeños, sus vidas se truncaron. En un caso por su rechazo a la Revolución; en el otro, por su condición sexual. Sin entrar en las cuestiones políticas de forma abierta, algo que sería grosero en esta La Habana tan precisa y bien retratada, Fernando Pérez describe perfectamente el marco de opresión, de espacio cerrado, y de isla sin libertad.

Un retrato de La Habana como ciudad que se huele y siente, bajo el peso del sol del Caribe, cercada por por palmas y cocoteros lujuriosos, pero sin espacio para escribir un futuro de libertad. Película impresionante de quien ya ha dejado su sello de maestro en Suite Habana.
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