Si eres Dupont, sí; si eres Gálvez, no.
No quiso ahondar en las paradojas de los expertos y prefirió alegrarse con aquel mensaje de ella. Era una foto de flores de la campiña. Hermosas flores. Hermoso, más hermoso el mensaje que él leía pero que no estaba escrito sino en la imaginación, vislumbrado entre las hojas y los pétalos.
“Mira, no puedo estar ahí junto a ti como quisiera. Tampoco tú aquí. No puedes salir. Yo sí. Y mis ojos están preparados para compartir contigo esta tarde de mayo. Procuraré caminar por sitios bellos, sugerentes, inspiradores contigo en mi cabeza. Sacaré fotos y te las envío para vivirlas juntos. Es mayo y no puedo sino recordar cuando, por sorpresa – hace tantos años -, te presentaste ante mí con flores de otro mayo”.
Todo eso pensaba él que la joven quería decir.
Quién sabe si estaba en lo cierto, pero revisaba cada fotografía como un investigador con su microscopio, queriendo extraer, sin dañar la flor y su significado, cada margarita, lirio, cardo o amapola .
Lo que vio no era superior a lo que sintió. Se sintió libre, en el campo, riendo con ella. Estos días de encierro tocaban a su fin. Y presentía todo el bien de aquellas fotos compartidas. Y su corazón se llenaba de gratitud.
Idea fuente: No es tan fácil separar los anhelos
Música que escucho: – You Don’t Bring Me Flowers Anymore, Neil Diamond & Barbra Streisand (1978)
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